Ninguna mujer presa por defenderse
Enero 11, 2022
El 17 de octubre de 2021 Thalía, una joven de la zona sur de Rosario, asesinó a José Luis Noriega en un acto de autodefensa. Motivada por su adicción a las drogas, había iniciado con él un vínculo de amistad que se caracterizó por la posesividad, las amenazas y la violencia física contra ella. Sin embargo, la palabra autodefensa brilla por su ausencia en el repertorio de la justicia: hoy Thalía está presa mientras se la intenta juzgar por femicidio. La razón es que José Luis Noriega se autodenominaba mujer (haciéndose llamar Sofía), mientras que Thalía, pocos años atrás, había cambiado la designación de su sexo en el DNI para pasar a llamarse en masculino (adoptando el nombre de Brandon).
Inicio y características de la relación
“Thalía se empezó a relacionar con esta persona a través de la ex cuñada de ella, Delfina, la hermana de una ex pareja de hace varios años atrás de Thalía. Se la presentó a ella como Sofía y empezaron a agarrar amistad”, cuenta Tamara, hermana de Thalía. “Sofía consumía mucho y mi hermana es una consumidora, o sea, es una adicta, a donde hay eso ella va a estar. Y más allá de eso, Sofía se había presentado bien a mi casa, como una chica que la quería ayudar, que la quería hacer cambiar todas esas cosas”.
Tanto Thalía como José Luis asistían a una escuela para personas trans donde, según Tamara, los celos de José Luis eran una constante: “no quería a nadie cerca” de Thalía. “La veía como novia de él, cuando mi hermana nunca (...) Era una obsesión que Sofía tenía contra ella”.
Ella me contó cómo se conocieron, lo primero que me dijo fue “yo pensé que era un nene”, o sea, se le tiró encima y Thalía le dijo que era una nena: “me visto de nene pero soy nena”, le dijo. Y ahí empezó a agarrar como obsesión contra ella. Así, celos con las hermanas, con mi mamá. No dejaba que ella vaya a ver los chicos. (Thalía tiene una hija de 4 años y un hijo de 8).
“Se peleaban continuamente, ella (Thalía) venía siempre golpeada, con el ojo negro, la última vez (...) ella me vino con un corte en el brazo (...) es un corte que Sofía le hizo, se ve que le quiso tirar una puñalada y ella se atajó”. A estos episodios se añade la ocasión en que Thalía llegó a casa de su hermana con un tajo en la campera, signo según Tamara de otro intento de puñalada. “Mi hermana siempre nos decía a nosotros que ella (Sofía/José Luis) siempre le pegaba”. Además de golpes había amenazas. En ocasiones, para cometerlas, Noriega utilizaba sus antecedentes penales (haber matado a otra persona trans) para generar miedo:
Siempre ella (Noriega) la amenazaba (...) porque ella había matado a Lola. Un chico trans mató ella, un chico travesti. Estuvo dos años en cana, la familia puso plata y salió. Bueno y siempre le decía a mi hermana que ella tenía que hacer lo que ella decía, le mostraba como que mi hermana tenía que tenerle miedo a ella, siempre hablaba de lo que había hecho, que estuvo detenida por eso. Siempre andaba con una tijera de cortar pelo, bastante grande era la tijera, siempre andaba con esa tijera.
Otro rasgo que caracterizaba la relación de Thalía con José Luis era la dependencia económica. “Como no tiene CBU, nada mi hermana, porque la asignación de los chicos tampoco la estaba cobrando, así que la estaba pasando mal, ella (Sofía/José Luis) se ofreció a darle un CBU, así que le dio su CBU y siempre la amenazaba (...) le decía que no, que no le iba a dar la plata”. José Luis/Sofía amenazaba a Thalía con no entregarle el dinero que ella cobraba por la asignación de sus hijos.
Las amenazas de Noriega no se limitaban a Thalía, sino que alcanzaban también a su familia y círculo cercano. “Sofía pensaba que mi hermana andaba con chicos por plata (...) [Un] amigo de mi hermana dice que me fije, que [Noriega] lo estaba amenazando, que le estaba diciendo que mi hermana iba a estar con él por plata, que ahora está con ella, que no moleste más”.
Muchas veces que ella ha venido golpeada, yo muchas veces le he dicho “Más vale que a mi hermana nunca le pase nada porque si tengo que hacer justicia con mi mano propia la voy a hacer… más vale que a mi hermana nunca le pase nada” y llorando yo se lo decía, porque la veía muy mal a mi hermana. Es más, [Noriega] le daba pastillas para que tome, no le tenía por qué dar, porque mi hermana se vuelve loca tomando pastillas, ella le daba pastillas, cuando mi hermana en mi casa estaba bien (...) ya estaba olvidándose de eso. (...) Me ha golpeado la ventana, a los gritos “¡Brandon, Brandon, Thalía!”, me ha caído con muchos travestis, le han hecho las mil y una con muchos travestis a mi hermana (...) Y muchas veces yo le decía cosas porque con ella no me quedaba callada nunca (...) Así que ella me decía “Mirá nena, lo único que yo te voy a decir es una cosa, no te me hagas la viva a mí, que por más que vos me quieras hacer lo que me quieras hacer yo no dejo de ser hombre”, y le digo “No te tengo miedo, Sofi. Yo por mi familia voy a dar la vida y por mi hermana también”.
Los hechos
A las 2 de la mañana del domingo 17 de octubre de 2021 José Luis fue a buscar a Thalía a la casa de su primo para dirigirse con ella hacia su domicilio. Por la mañana, Tamara recibió un audio de su hermana pidiéndole ayuda:
“Ayudame, ayudame, me peleé con Sofía y le pegué”. Le digo: “dónde estás vos?”, me dice “estoy de la tía” (...) Entonces agarro, me voy con mi pareja hasta lo de mi mamá, y (...) me manda un audio mi tía diciéndome que vaya para su casa, diciéndome que estaba mi hermano, que mi hermano había matado a Sofía, yo quedé helada.
En su vida, Thalía nunca había hecho nada similar. “Nunca estuvo detenida, nunca mató a nadie, no tenía antecedentes penales (...) nunca peleó con una chica en la calle, nunca tiró una puñalada”, detalla Tamara.
Fue la propia familia de Thalía la que la entregó a las autoridades policiales. Cuando se encontraron, pudieron hablar brevemente: “Le preguntamos por qué ella llegó a cometer esa locura. Lo primero que me dijo fue ‘era mi vida o la vida de él, por eso la maté’”.
Fue durante una conversación telefónica que Thalía, ya detenida, pudo brindar más detalles a su familia. El relato de Thalía, en palabras de Tamara, fue el siguiente:
Ella estuvo juntada con una chica, Zaira, se separa de Zaira y al mes conoce a Sofía. (...) Sofía, el día de la tragedia, le ve el mensaje de que ellas iban a volver, que [Thalía] iba a volver con su ex pareja. Empiezan las “discusiones” de Sofía con mi hermana. Le rompe el celular, y le empieza a pegar un par de piñas. “Basta Sofía, basta, no me pegués más, ya me estoy cansando” le decía a Sofía. “No me gusta que me pegues, por qué me pegás”. Entonces agarra Sofía con la tijera y le quería tirar una puñalada a mi hermana. La tira a la cama con ella y la ahorca, le dice que se baje los pantalones. “Bajate los pantalones”, era una obsesión que ella tenía. Pudo zafar mi hermana, y Sofía se ve que tenía como una faquita, algo de eso, mi hermana lo único que hizo fue agarrar un cuchillo de cocina, los serrucho, pero ella me dijo “yo no pensé que yo le iba a pegar a matar, tiré para que me deje de dar los facazos”, porque él le tiraba puñaladas a mi hermana.
Una vez herido, José Luis se dirigió hacia la habitación de su padre y cayó sobre él.
Cuando cae encima del padre, el padre la empuja y se ve que le vio sangre, no sé qué es lo que le vio y lo primero que le dijo a mi hermano “Qué hiciste? Andate” le dijo. El padre le dijo andate, que se vaya. Mi hermano salió (...) No es que él se quedó a ver lo que le pasaba a Sofía (...) Así que se fue a la casa de mi tía, después de mi tía se había ido a la casa de un amigo de él, y de ahí, bueno, empezamos todos nosotros a buscarla porque la policía ya la estaba buscando (...) La llevamos a la PDI, estuvimos con mi hermana ahí, lloramos, la abrazamos, porque era algo que no se podía creer, nadie podía creer llegar a esta situación. (...) Mi hermana estaba en un mundo en que ella sólo lloraba y nada más.
Situación actual de Thalía en relación con el proceso judicial
Una de las primeras y mayores preocupaciones de Tamara, según expresa, consistía en los peligros a los que su hermana podría estar expuesta en la cárcel. “La habían pasado a un pabellón de hombres, cuando la pueden violar, la pueden matar violando”. Frente a la amenaza que representaba para su integridad la posibilidad de ser encerrada entre varones siendo mujer, la propia Thalía expresó su necesidad de ser reconocida como tal. Finalmente, la trasladaron nuevamente al pabellón femenino.
Me llama llorando y diciendo que a ella la trasladaron al buzón de hombres. Los chicos hombres que están en buzón quedan quince días, y después van trasladados al penal de hombres (...) Entonces ese era el miedo de ella, que de ahí la trasladen al penal de hombres directamente. Y bueno, hablé con el abogado y le dije que ella estaba en el buzón de hombres y que me la trasladen a donde estaba, que por qué ella estaba ahí. (...) Al otro día la trasladan a donde estaba antes.
Thalía se encuentra ahora mismo en situación de prisión preventiva, la cual dura dos años y podría prorrogarse por uno más. Guillermo Chiesa, su abogado, estima que por la naturaleza de la repercusión que tuvo el caso y la gravedad de las acusaciones es poco probable que las autoridades liberen a Thalía antes del juicio. Según explica Chiesa, la etapa en la que se encuentra actualmente el caso es la de Investigación Penal Preparatoria (IPP), que finaliza una vez que el fiscal emite su acusación. “Apenas el Ministerio Público termine con la investigación, el fiscal deberá acusar (audiencia mediante) para posteriormente pasar a la etapa de preparación del juicio y finalmente al juicio”.
La defensa planea pedir la absolución de Thalía, aludiendo al carácter claramente autodefensivo de sus actos y a su situación de extrema vulnerabilidad y desventaja. En palabras de Chiesa:
Esta defensa va a transparentar el contexto de violencia al cual era sometida Thalía en su relación de amistad con la Sra. Sofía (...) Thalía era una víctima de violencia psicológica y física, con un pasado dificilísimo y que al momento del hecho respondió en la forma que cualquier persona que ve correr peligro su vida, ante un peligro inminente y en una clara desproporción física lo haría, acudiendo a algo tan básico como su instinto de supervivencia, ella no es una homicida, es una persona vulnerable que quiso preservar su integridad física teniendo como faro el futuro de su hijo.
El abordaje mediático
Como si no fuera suficiente con la angustia de las acusaciones que pesan contra su hermana y la preocupación por ella, Tamara cuenta que debió abandonar su casa por la persecución y las amenazas: “Para un poco apoyar a mi familia y que no me pase nada lo primero que hice fue irme del barrio y tumbar la casa que yo tenía, ese pedacito que yo tenía, lo tuve que tumbar. Lo tiré abajo con mucha bronca porque me costó una banda, hoy en día me tengo que buscar un alquiler”.
Desde su situación actual, se esfuerza por apoyar a su hermana. “Todos los días que la llamo ella llora, (...) ve el noticiero donde le dicen que le quieren dar perpetua porque Sofía era una nena y él un nene”. El abordaje mediático otorgado al caso es el propio de la lógica patriarcal habitual, aquella que pasa intencionalmente por alto la vulnerabilidad de las mujeres y la violencia a la que los varones nos someten para convertinos falazmente en victimarias de una situación de la cual en verdad somos víctimas.
“En los medios dicen que era una relación que ellos tenían, pero yo digo que la relación [era] de amigos como mi hermana siempre dijo y Sofía siempre ha publicado en facebook. “Acá con mi amigo, acá con él”, nunca puso “Mi amor”, nunca puso “Te amo”. (...) Me da bronca lo que ponen, lo que dicen, que estuvo juntado, que lo tratan de nene y a ella de mujer, que le quieran dar perpetua”.
Bien sabemos que los medios de comunicación tienden a justificar a los varones que cometen todo tipo de crímenes contra las mujeres, desde acoso y violaciones hasta femicidios, emitiendo juicios morales sobre las víctimas a través de los cuales sugieren que ser asesinadas es algo que merecemos y nos buscamos.
Sabemos también que cuando, por el contrario, es una mujer la que comete un asesinato, los comunicadores no dudan en señalarnos como victimarias absolutas y presionar por nuestra injusta condena, por mucho que estemos defendiendo nuestras propias vidas en una situación de vulnerabilidad y violencia extremas. De manera similar opera la justicia patriarcal. En este sentido, Tamara reflexiona sobre cómo habrían sido las cosas si su hermana no se hubiese defendido:
Me duele mucho la pérdida de Sofía por la familia de ella, pero también me pongo en lugar de mi hermana que hubiese sido ella también, y qué dolor grande también para nosotros, más que nada para los hijos de ella, imaginate que sufren una banda con que ella esté detenida, ¿y si fuera todo al revés? (...) Sofía, había matado a Loli y salió en dos años. Justicia no se iba a hacer por mi hermana.
Conclusión
La relación de Thalía con José Luis fue violenta desde el comienzo, caracterizada por la posesividad, las amenazas, la persecución, el control económico. Las heridas sobre el cuerpo de Thalía. José Luis Noriega trató a Thalía de las múltiples formas en que normal y cotidianamente los varones tratan a las mujeres.
Lo que hoy llamamos violencia, misoginia y lesboodio, y muchas veces tendemos a confundir con excepciones, hechos tajantemente delimitables y separados del cotidiano, son en verdad la norma reproducida por la lógica masculina hace siglos. Tal es así que las instituciones a las que hoy reclamamos y de las que aún esperamos algo de consideración no son otra cosa que la representación y el producto de esa misma mirada masculina de la vida, de los hechos, de las mujeres, de la lesbiandad. Si no fuera así hoy Thalía estaría en libertad. Si no fuera así, quizás, Thalía ni siquiera habría debido llegar al punto de defenderse del abuso, de la mutilación, de ser asesinada. Todas nosotras podemos imaginar, con fundamentos de sobra, que si Thalía no hubiese podido defenderse el panorama sería muy diferente y que, como dijo Tamara, para ella no habría Justicia (aunque esa palabra nunca fue para nosotras).
La voluntad colonizadora y apropiadora de los hombres cobra hoy día, entre otras, la forma de una “identidad” cimentada sobre los roles sexuales jerárquicos que sirven a su supremacía. Los hombres, apoyados en todas sus leyes e instituciones, son reconocidos tal y como quienes dicen sentirse. Y más aún: son quienes buscan imponer sus definiciones de lo que cualquiera de nosotras somos y podemos ser. Si uno de ellos se viste con la ropa y los cosméticos que toda la vida nos vendieron para que seamos “sensuales” y “bellas” para su gusto, entonces puede decir que es una de nosotras. Si uno de ellos actúa la sumisión y el dolor que erotizaron y nos dictaron como forma única de ser, de vivir la sexualidad y de vivirnos, entonces puede decir que es una de nosotras. Si uno de ellos, amparado por la Ley de Identidad de Género, dice ser mujer y así lo indica en su DNI, para la ley, el Estado y todos sus aplaudidores es una de nosotras. Si uno de ellos, llamándose mujer o no, nos persigue, cela, agrede, abusa o hiere, igual no pasa nada. Tampoco pasa gran cosa si nos matan, como de hecho hacen a diario.
En cambio si nosotras (nos llamemos como nos llamemos) nos defendemos de ser asesinadas y asesinamos al varón que nos agrede (se llame como se llame) terminamos tras las rejas. Y si resulta que ese varón había decidido autoproclamarse mujer, incluso enfrentamos la posibilidad de una condena por femicidio. ¿A cuántos de los varones que nos asesinan a diario se los condena efectivamente por femicidio?
Para referirnos a otro caso paradigmático: cuando Higui, mujer lesbiana, fue encarcelada por asesinar a uno de los hombres que trató de violarla “para corregirla”, el feminismo no tardó en posicionarse a favor de su absolución. Nos preguntamos qué estamos esperando para hacer lo mismo por Thalía o por cualquier mujer transgresora del género y de la heterosexualidad obligatoria.
Denunciamos la lesbomisoginia de los hombres y de sus instituciones así como de aquellas mujeres que atentan contra la dignidad de las lesbianas posicionándose en la vereda de quienes las agreden y violentan sexualmente por rechazar el modelo heterosexual. Nos oponemos profundamente a una ley que existe y es utilizada para entorpecer el curso de causas como la de Thalía, en las que la confusión respecto a categorías básicas como “mujer”, “hombre” o “femicidio” es utilizada para encarcelar a aquellas que no internalizaron la indefensión.
Nosotras, como mujeres feministas, no estamos dispuestas a aceptar que haya mujeres presas por defender sus vidas. Esto significa, por ejemplo, que no vamos a confundirnos ni transar por un segundo con una ideología (patriarcal) ni con una ley (de identidad de género) que exculpan y victimizan a los opresores para condenar con mayor fuerza y facilidad a las oprimidas. Thalía es una mujer lesbiana presa por defenderse del ataque lesbomisógino de un varón y no vamos a dejar de pedir su libertad.
Como Higui o como Thalía
¡Yo también me defendería!
Ninguna mujer presa por defenderse.