Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad: el silencio institucional sobre la prostitución es complicidad estatal con nuestra explotación
Mayo 18, 2020
En el marco de la semana de la Segunda Marcha Abolicionista realizada de forma virtual, de la cual se hicieron eco numerosas organizaciones abolicionistas y entidades que luchan contra la trata de personas con fines de explotación sexual en todo el mundo, la Articulación Juvenil Abolicionista Nacional redactó una carta al ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad solicitando un pronunciamiento activo en defensa de las mujeres prostituidas. “Las omisiones y lo callado también hablan: lo que el Estado no menciona lo silencia, lo encubre, lo apaña. No queremos más Estados proxenetas. No queremos más gobiernos cómplices”, comunicó la entidad.
La voz de alarma sobre el silencio de dicho ministerio respecto de la que puede ser considerada como la cara más cruda y evidente de la violencia machista se activó con motivo, en este caso, de la realización de una transmisión en vivo a través de la cuenta de Instagram del mismo Ministerio en la que se convocó al creador de contenido Luciano Fabbri a charlar sobre “masculinidades sin violencias”.
Mientras las organizaciones abolicionistas continúan esperando un posicionamiento claro del Estado con respecto a la prostitución y la trata de personas y frente a la emergencia sanitaria que vulnera de forma particular a las mujeres prostituidas, el Ministerio eligió utilizar sus redes para abrir una serie de conversaciones acerca de masculinidades “sin violencias” en las cuales, dicho sea de paso, jamás mencionaron, hasta ahora, la práctica demostrativa por excelencia de aquellas masculinidades violentas que presuntamente se proponen erradicar: la prostitución, el acto violento que ejercen los hombres, las “masculinidades”, de comprar y vender mujeres para explotarlas sexualmente.
“Nos preguntamos en qué momento le tocará a las sobrevivientes, activistas, a Madres Víctimas de Trata”, expresó la articulación en un comunicado emitido a través de las redes sociales.
Es necesaria la desnaturalización de la prostitución para poder acabar con el estigma que coloca a las mujeres como objetos sexuales con los cuales los hombres pueden satisfacer sus necesidades de la forma más violenta y deshumanizante: pagando por violar. En el Sistema Prostituyente se encuentran las bases de la opresión que sufren las mujeres. Lo que se pide al Estado (cuyo carácter supuestamente abolicionista se evidencia, por ejemplo, en su adhesión a la convención de DDHH de 1949) es que actúe efectivamente conforme a la legislación a la que adhiere, la cual no penaliza a las mujeres en situación de prostitución sino al proxenetismo que las mercantiliza y explota, y que se propone, en cambio, garantizar la restitución de los derechos de las víctimas y protegerlas. Nada de ésto sucede, como ya dijo Sonia Sánchez: el Estado argentino es abolicionista sólo en el terreno ideal del derecho, y es, por el contrario, un Estado proxeneta en los hechos.
Desde el abolicionismo se busca el cumplimiento efectivo de la Ley de Trata sancionada en el año 2008 y su correspondiente modificación de 2012. Que se penalice a los proxenetas y a los verdaderos culpables de que la prostitución siga existiendo: los hombres que venden y compran mujeres como si de mercancías se tratara. Sin la demanda generada desde el sistema prostituyente no existiría la trata de personas. Si esto no es violencia contra las mujeres, ¿qué otra cosa lo es? Si el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad existe para velar por nosotras y por el fin de las “masculinidades violentas”, ¿por qué calla, por qué hace deliberadamente la vista gorda cuando de explotación sexual se trata? Eso es lo que se pregunta la Articulación Juvenil Abolicionista Nacional, y lo que nos preguntamos todas aquellas que queremos que de una vez por todas las mujeres dejemos de ser explotadas para ser en verdad sujetas activas de derechos.
Es por ésto que la Articulación reclama que el Ministerio dé voz a las sobrevivientes del sistema prostituyente (cuyas voces parecen ser tan inexistentes para el Estado como lo son sus derechos humanos) y a todas aquellas que luchan contra este sistema perverso que desaparece hijas y violenta a todas las mujeres como colectivo. Quedará a cargo del Ministerio en los próximos días demostrar si está a la altura de las circunstancias. Quedará a su cargo demostrar, oyendo o desoyendo los reclamos de las organizaciones feministas, si en verdad se propone acabar con la violencia contra las mujeres o si sus políticas se reducirán una vez más a las prácticas superficiales -que desvían el foco de la raíz de la violencia y disfrazan la explotación- a las que ya nos tienen acostumbradas.